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LA FLOR DE LA ESTRELLA INTERIOR

“Si su vida está llena de luz solar donde cada día se transforma en belleza 

y cada regalo mundano es suyo, entonces usted es uno de los pocos»

Byron Pulsifer

El Sol no es solo el cuerpo celeste central del sistema planetario que habitamos y bajo cuyas propiedades y circunstancias nacemos y evolucionamos. El Sol es la pupila luminosa en el centro del ocelo llamado cielo. Es el ojo del mundo por su principio activo para engendrar cada embrión de vida. 

Vida, aquella fuerza y energía mediante la que la materia alcanza capacidad para nacer, crecer, adaptarse, evolucionar y procrearse permitiendo la continuidad de la llama intangible antes de extinguirse. Pero el ser humano no es tan solo materia, necesita de la luz, el calor y la energía de su Sol interior. Aquel que a imagen del celeste será centro también. El núcleo creador de vida para el alma y para cada sentimiento y emoción, el corazón. 

“Mucho más que el Sol” de Elisabetta Bagli es un canto al único Sol, el amor,  capaz de fecundar la tierra del espíritu hasta que broten girasoles resistentes a toda radiación y fuerza destructiva de los rayos de la estrella celeste durante las épocas de sequía. Sequías producto de tormentas solares tiñendo de negro frío la propia superficie. Pero al igual que el astro dorado es capaz de curar sus heridas y encender su llama de nuevo, el corazón puede arder una infinidad de veces con mayor fuerza y resistencia tras cada destello de aurora austral abonando con néctares almos la tierra de sus girasoles. 

Un girasol es la imagen de portada del poemario y metáfora concisa del mundo bagliano atrapado en el papel. Un girasol cuyas semillas están todavía verdes pero en proceso de maduración. Las semillas despuntan en espirales en sentidos opuestos escondiendo en su dibujo el número aúreo, el número de Dios, mientras acunan en sus entrañas el oro líquido de su concentrada riqueza. Y es que el girasol es mucho más que la flor y eterna enamorada de la más brillante estrella celeste a la cual sigue en un anhelante baile eterno. El girasol no es solo simbolo del Sol, sino también del amor , la admiración y la lealtad, de la felicidad y la vitalidad, de la energía positiva cuyos frutos son la alegría y la vida. 

El amor es una fuerza creadora pero devastadora también, como los rayos del Sol, pero Elisabetta Bagli nos manda un mensaje preciso desde la misma portada y el título de su poemario. El ser humano ha de ser como un girasol capaz de amar a los soles de su vida sin miedo a quemarse y si se quema recordar que en su centro sus semillas aunque negras, por su madurez, llevan savias de oro de textura cremosa, sabor afrutado y solo ligeramente amargo. Los propios jugos dorados son del color de lo sagrado y su sabor es portador de energía, elemento básico para que pueda arder toda mancha negra y desprender la luz de nuevo. El Sol es multiforme e inasible, alumbra siempre por igual y sin condición pero no toda flor es capaz de transfigurar su energía en amor ni a destilar la esencia de la vida para engendrar el sabroso y rico en elementos jugo dorado.

“Mucho más que el sol” es un poemario bilingüe español-italiano publicado por la editorial colombiana Papel y Lápiz de la poetisa italiana Elisabetta Bagli.

El libro se abre con el Prólogo de la escritora española María del Carmen Aranda. La poetisa madrileña alude a Aristóteles y a su definición del amor como un solo alma habitando en dos cuerpos diferentes para determinar después la escritura como un acto de “coser y reparar, desarraigar y plantar” de emociones en letras destacando el amor y la pasión contenidos en los versos de Elisabetta Bagli. 

Le sigue la Nota Crítica de Juan A. Pellicer, poeta y editor de la Revista Literaria Letras de Parnaso. El poeta español ofrece un acercamiento a los sentimientos y a la emoción implícitos en metáforas variadas en los poemas de la poetisa italiana. Nos habla de la explosión de sensibilidad de un canto de amor desde el mismo amor en los poemas de Elisabetta citando al argentino Jorge Luis Borges “los poetas, como los ciegos, pueden ver en la oscuridad”

La poetisa levanta su voz por primera vez en la Nota de la autora , que aparece a continuación de la Nota Crítica. Elisabetta expresa la razón de ser de su poemario y sus fuentes de inspiración. La poetisa italiana, afincada en la capital española, sumerge al lector en su Nota en el misterio del amor como un ente unido al misterio de la vida y del Universo, aludiendo a la famosa máxima de Dante Alighieri en su Divina Comedia sobre el amor como el motor que mueve “el sol y las demás estrellas”. Bagli aduce también los diversos tipos de amor rescatados entre las hojas de su poemario y menciona al enamoramiento como otra pieza clave del rompecabezas del querer. 

El cuerpo central del poemario se compone de 30 poemas siguiendo siempre el orden de exposición primero en español y justo después los versos del mismo poema en italiano, especificados cada uno en el Índice al principio del poemario.

“El eterno girasol”  es el primer poema que brota ante los ojos del lector. Elisabetta rescata el mito de la ninfa Clytia (Clizia en italiano) enamorada de Apolo, el dios Sol, historia recogida en la Metamorfosis de Ovidio. En estos primeros versos Bagli introduce el amor desinteresado y leal. Un amor platónico que no vive de promesas ni suele ser percibido por el sujeto amado, un amor vivido en silencio pero cuya pureza y energía lo convierten en algo indestructible y perdurable y por ello eterno. Este poema es también pieza clave para entender el título. Aquello que es mucho más que el Sol, mucho más que un amor palpable de carne y hueso es el acto de amar en sí.

Elisabetta Bagli a lo largo del poemario ofrece un viaje cuyo hilo conductor será siempre el amor pero cuya forma, figura y manifestación será siempre diferente. Un cubo de Rubik que se monta lentamente tras cada poema y que puede obtener colores diferentes en cada una de sus caras.

El homenaje a figuras de la cultura universal están muy presentes en sus páginas. Su inspiración es capaz de fluir entre figuras reales, como Alda Merino en el poema “Explosiones”, Frida Khalo (“Píntame”, “Te amo”, “Tu rostro”), Whitney Houston en “La danza”, Elisabeth Barett en “En la orilla del mar”, y otros personajes afamados de libros o películas conocidas, como el “Relato soñado” de Arthur Schnitzler emergiendo en su poema “En el espejo” , la película ”Belleza” de Bertolucci en su poema “Bailo a solas”  o la novela “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar en el poema titulado “Adriano y Plotina”.  

Elisabetta Bagli guía al lector por el recorrido de su alma. Un alma en el que el arte plástico goza de su propio espacio también, como en el poema “Manos” donde emerge la obra del escultor Lorenzo Quinn o en el poema “Noche romana” dedicado al Castel Sant Angelo de Roma. 

Leer a Elisabetta Bagli es adentrarse en sus pasiones, porque cual seres humanos sentimos pasión no solo por ciertas personas, sino por paisajes particulares, sonidos, olores y aficiones. 

Observamos su afecto y amor por la fotografía en el poema “Plástico”, en el que nos describe cual en una instantanea el alma etérea de la fotografía y utiliza el símil de tomar una foto como un encuentro amoroso lleno de pasión donde el plástico se ablandece bajo los dedos y el tacto de un ensueño capturado,  dice la poeta:

“nuestros dedos continúan produciendo notas

en las alas dulces de la noche”

Hay una gran variedad de imagenes en los poemas de Elisabetta Bagli, pero me gustaría destacar la presencia de los espejos. Espejos que se convierten en testigos mudos de todo lo que ocurre ante su frágil superficie, cual otro objetivo de una cámara que dispara un ente incorpóreo pero animado. Espejos que capturan cada movimiento porque, aclama la poeta, si cambian las danzas es “porque cambio yo”. Por ello cada paso es un paso de evolución, idea que Elisabetta sostiene mediante imágenes y metáforas variadas a lo largo del poemario.

El poema que cierra el corpus central es “Nosotros dos”. Bagli cierra el ciclo de evolución del amor. Lo abre con el amor platónico, dirigiendo al lector hacia el amor de fantasía, el amor a distancia tan actual, el amor carnal y pasional para acabar el tránsito con el amor puro y total, donde la fusión es posible y visible en “Nosotros dos”.

La antesala del término de “Mucho más que el Sol” es el Epílogo del Willy Ariel Delgado. El escritor colombiano define los versos de Elisabetta Bagli como una “marea llena de rostros, de expresiones, de paisajes, luz, vida, noche y amor”. Una marea mágica donde el poema le da forma al lector y no a la inversa.

La biografía de la escritora y artífice del poemario cierra la aventura desplegada y atesorada en versos a lo largo de sus páginas. Páginas llenas de luz y experiencias de aprendizaje y crecimiento, ya que la evolución ascendente está siempre presente incluso tras los amores fallidos o aquellos que se quedaron en el pasado para siempre. La luz y el calor de cada movimiento del corazón girando cual girasol hacia el amor pueden brillar en plenitud o con destello residual pero brillan siempre en toda oscuridad y son el motor de creación de nuevas emociones y vitales pasiones, porque como dijo la escritora estadounidense Helen Keller:

“Mantén la cara al sol y no podrás ver una sombra”

*Veli Bogoeva, scrittrice

Eva Bogoeva